DE SOL Y SOMBRA

La corrida que acogió el viernes la plaza de toros de Palma no pasaría de ser un festejo más de la temporada si no fuera porque consumó la restauración de la Fiesta en una comunidad autónoma cuyo parlamento quiso abolir. Más de 12.000 personas clamaron en el coso mallorquín en contra de la persecución a la que el mundo de los toros se ve sometido fruto de una mezcla de prejuicios y sectarismo.

La vuelta de los toros en Palma viene precedida de la anulación por parte del Tribunal Constitucional de la ley de 2017 del Parlamento de Baleares -aprobada gracias al PSOE y sus socios de izquierda y nacionalistas- que regulaba un tipo de evento que, de facto, dejaba completamente irreconocible el festejo taurino. La tauromaquia no puede concebirse sin sus tres tercios diferenciados (varas, banderillas y muleta) y sin el hecho de dar muerte al toro mediante estoque…

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